Hace unas semanas leí un interesante artículo sobre una conocida y triste realidad en el Perú: la discriminación racial. Si bien son casos algunos ya conocidos, creo no está de más compartir y debatir ciertos puntos. Ojala que con el tiempo, este irrazonable pensamiento, tanto en el Perú como en el mundo, valla feneciendo. Expongo todo el texto a continuación:
¿Es usted un peruano discriminable?
Hace unos años, cuando se construyó el complejo Larcomar bajo el antiguo parque Salazar de Miraflores, fue considerado un paso adelante en la modernidad. Sin embargo, a pesar de las escaleras automáticas y las cadenas de comida rápida, Larcomar también refleja la complicada herencia del Perú colonial, dado que se trata de uno de los lugares donde son más visibles las viejas prácticas de segregación racial.
En el Perú, todavía es un tabú hablar del racismo imperante y muchas personas, cuando se les pide que se autodefinan, normalmente dicen "mestizo". Así responden no sólo los verdaderos mestizos, sino los peruanos de rasgos europeos, andinos o africanos, porque el término es suficientemente ambiguo como para evitar una categorización que pudiera tener connotaciones incómodas.
Sin embargo, existen actualmente individuos a quienes se les paga para que clasifiquen y discriminen por criterios raciales a sus compatriotas. En el complejo Larcomar más de 20 personas se dedican a esta actividad. Nadie impide a mestizos, andinos o negros acudir al cine UVK, tomar un café en el Laritza o cenar en el Pardo's Chicken. Pero, a unos pasos de estos locales, se encuentran aquéllos donde existe la prohibición sistemática de ingresar, extendida a los extranjeros de rasgos similares (mexicanos o bolivianos, por ejemplo). La Ley 27049 claramente prohibe estas prácticas, pero el cumplimiento de la ley no parece ser parte de la "modernidad" de Larcomar.
En una reciente visita, apreciamos lo que ocurre en el ingreso de dos discotecas: Aura y Gótica. En la primera, los "seleccionadores raciales" advertían a la mayoría de personas que el ingreso estaba restringido a socios, e indicaban un complicado procedimiento para obtener esta categoría. Lo curioso es que a peruanos o extranjeros blancos les permitían ingresar sin mayor problema. En Gótica, a determinado momento salía una amable muchacha que entregaba pases a quienes tenían los rasgos adecuados. Los vigilantes de la discoteca y del propio Larcomar la ayudaban en el proceso de selección, disuadiendo con algún pretexto a quienes de antemano consideraban que no iban a recibir el pase, para evitar aglomeraciones innecesarias.
Hasta hace un año, la mayoría de gente que pasea por Larcomar no percibía estas prácticas, porque se producen pasadas las once de la noche, cuando funcionan las discotecas. Ahora, la segregación racial comienza mucho más temprano, por la apertura del bar Mama Batata, cuyos hostiles "seleccionadores raciales" han pretendido inclusive separar a grupos de amigos, indicando que sólo quienes tenían rasgos más blancos podían ingresar. Como antaño en Sudáfrica o en el sur de Estados Unidos, para quienes acuden a estos establecimientos la idea de pasar un rato de distracción en el mismo espacio que un compatriota andino, mestizo o negro, es simplemente inaceptable.
Si estas situaciones le sorprenden, le conviene revisar las conclusiones del Informe de la Comisión de la Verdad. Desde el policía que violaba, torturaba o mataba campesinos sin mayor cargo de conciencia, hasta los limeños que miraban con indiferencia sus crímenes, el desprecio y el racismo son una realidad permanente. Por ello, además de Larcomar, similares situaciones han sido apreciadas en locales de Miraflores, San Isidro y Surco.
Aunque este fenómeno resultaría vergonzoso en cualquier país, es más grotesco aún que también ocurra en el propio Cusco. Allí, el 60% de las discotecas impiden el ingreso a los clientes de rasgos andinos o los conminan a pagar una suma de dinero que no se exige a los demás clientes (que además suelen recibir un trago gratis). El porcentaje no lo ha señalado ningún organismo de derechos humanos, sino la oficina local de Indecopi. Para saber si usted es un peruano discriminable o no, acuda a los locales racistas e intente ingresar. Por si acaso, normalmente no suelen decir a nadie que lo discriminan por su color o sus facciones, sino que el local está lleno, que es una reunión de "socios" o que debe hacerse reservas tres semanas antes. Todo esto, mientras otras personas entran con total libertad. Si se quedó con ganas de saber cómo son estos locales, puede conocerlos ingresando a www.lima2night.com. Salvo contadas excepciones, los establecimientos que allí son promocionados impiden el ingreso de personas andinas, negras o mestizas. Podrá comprobarlo apreciando las fotos de los alegres parroquianos.
Quizás dentro de poco estos parroquianos racistas estén menos alegres, porque hace un mes, por primera vez en seis años, Indecopi multó a la discoteca Mamá África, en el Cusco, con 64.000 soles de multa, "por impedir el ingreso a clientes de rasgos andinos". En los próximos meses entonces sabremos si se sancionará a los establecimientos segregacionistas de Lima con multas y/o clausura, como la ley ha previsto. o si los racistas aceptarán que "los otros" se sienten, hablen o bailen cerca de ellos. Desde Canadá hasta Chile, la gran mayoría de países latinoamericanos han vencido la segregación racial heredada de los gobiernos coloniales. Al Perú le falta mucho para ser un lugar verdaderamente moderno... y a Larcomar también.
Wilfredo Ardito Vega
Instituto de Defensa Legal.